Por: Bajo la Lupa
Quetzaltenango, la segunda ciudad más importante de Guatemala, está en el centro de un debate acalorado tras la decisión del alcalde José Fernando Fuentes de transformar el icónico Parque Benito Juárez. Esta acción, que ha generado aplausos y críticas por igual, refleja las tensiones entre modernización urbana y la preservación del legado histórico y cultural de la ciudad.

¿Qué se hizo en el parque?
El proyecto, anunciado como una «renovación histórica», incluyó la sustitución de jardines tradicionales por modernas estructuras de concreto, la instalación de una fuente interactiva y la colocación de un anfiteatro destinado a eventos culturales. Según Fuentes, la transformación busca «atraer al turismo y revitalizar los espacios públicos de la ciudad». Sin embargo, muchos vecinos y colectivos culturales argumentan que el cambio fue una afrenta a la identidad del parque, construido originalmente en homenaje al expresidente mexicano Benito Juárez y considerado un refugio de tranquilidad y verdor en el corazón de la ciudad.
¿Una visión cortoplacista?
La crítica principal hacia Fuentes radica en la falta de consulta popular y la ausencia de un estudio técnico que garantizara que el rediseño respondiera a las necesidades de los quetzaltecos. Más de un vecino ha expresado su preocupación por el «enfriamiento» del parque, una percepción común en muchos proyectos de urbanismo que privilegian el concreto sobre las áreas verdes.
Además, el proyecto fue cuestionado por su costo: una inversión millonaria que contrasta con las necesidades urgentes en otras áreas de la ciudad, como la reparación de calles, la mejora del sistema de drenajes y el fortalecimiento de la seguridad. ¿Era esta remodelación la prioridad para Quetzaltenango?
Cultura vs. modernidad
El cambio también ha abierto una herida cultural. El parque, con sus bancas centenarias y áreas de sombra, era no solo un lugar de descanso sino un símbolo de memoria colectiva. Algunos artistas locales han denunciado que el nuevo diseño carece de elementos que representen la historia y la esencia quetzalteca, lo que para muchos convierte al proyecto en un espacio genérico más, desconectado del alma de la ciudad.
¿Una estrategia política?
No podemos ignorar que José Fernando Fuentes busca la reelección. Para algunos, la remodelación del Parque Benito Juárez no es más que una estrategia para ganar simpatías electorales, un gesto visible y mediático que proyecta acción y progreso, pero que podría carecer de profundidad y sostenibilidad.
El veredicto pendiente
Mientras tanto, el Parque Benito Juárez sigue dividiendo opiniones. Para algunos, es un ejemplo de innovación y progreso; para otros, una pérdida irreparable para el patrimonio de la ciudad. Lo cierto es que esta polémica deja una lección clara: las decisiones que afectan el tejido urbano y social deben ser tomadas con un enfoque participativo, considerando no solo el presente sino también el legado que se dejará a las futuras generaciones.
El tiempo será el juez final de esta obra. Por ahora, el alcalde Fuentes tendrá que lidiar con la opinión pública, que ha demostrado ser un obstáculo tan fuerte como cualquier otro en la política local. ¿Será este parque su legado o su condena?
Bajo la Lupa, seguimos observando.
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