Por: Bajo la Lupa

La reciente orden de captura girada por la jueza Abelina Cruz contra el periodista Juan Luis Font ha encendido las alarmas sobre el estado de la libertad de expresión y el uso del sistema judicial en Guatemala. Este caso no solo pone en la mira a una de las voces críticas más relevantes del país, sino que también plantea preguntas inquietantes sobre la independencia de los poderes del Estado y la creciente instrumentalización de la justicia para silenciar a quienes se atreven a cuestionar al poder.
El contexto de la orden
Font, reconocido por su labor periodística al frente de medios independientes, ha sido una figura incómoda para muchos sectores del poder político y económico en Guatemala. La orden de captura se basa en acusaciones que, según sus defensores, tienen poco sustento legal y un trasfondo más político que jurídico.
Aunque el caso específico que motiva la orden se centra en aparentes irregularidades vinculadas a sus labores como periodista, no se puede ignorar que esta acción se produce en un contexto donde el periodismo crítico ha sido objeto de ataques constantes.
El mensaje para el periodismo independiente
La orden de captura contra Font envía un mensaje claro y preocupante: en Guatemala, el ejercicio del periodismo independiente puede tener consecuencias graves. Este caso se suma a una serie de acciones legales y mediáticas que buscan desacreditar y amedrentar a periodistas que investigan corrupción, abusos de poder y violaciones a los derechos humanos.
Font no es el primero ni será el último periodista en enfrentar este tipo de hostigamiento. Sin embargo, su caso es emblemático porque evidencia cómo el sistema judicial, en lugar de ser un garante de derechos, se utiliza como un arma para debilitar las voces críticas.
La jueza Abelina Cruz y la independencia judicial
La actuación de la jueza Abelina Cruz en este caso ha despertado suspicacias sobre su imparcialidad. Aunque cualquier funcionario judicial tiene la obligación de actuar conforme a la ley, las circunstancias alrededor de esta orden de captura sugieren una posible influencia externa.
El papel del sistema judicial es fundamental en una democracia. Sin embargo, cuando las decisiones parecen responder más a intereses políticos que a criterios legales, la confianza en las instituciones se erosiona, y el riesgo de autoritarismo aumenta.
Un patrón preocupante
La persecución a periodistas como Font no ocurre en un vacío. Forma parte de un patrón más amplio de cooptación institucional que ha permitido a ciertos sectores del poder consolidar su control. Este fenómeno no solo afecta al periodismo, sino también a defensores de derechos humanos, fiscales independientes y líderes sociales que han denunciado irregularidades en el manejo del Estado.
Al atacar a figuras visibles como Font, estos sectores buscan enviar un mensaje de miedo y autocensura, desmotivando a otros a seguir sus pasos.
El impacto en la sociedad
Más allá del caso de Juan Luis Font, el verdadero daño recae en la sociedad guatemalteca. Sin un periodismo libre y robusto, la ciudadanía pierde una herramienta esencial para fiscalizar al poder y exigir transparencia.
Además, este tipo de acciones deteriora aún más la imagen del país en el ámbito internacional. Guatemala ya enfrenta cuestionamientos por el retroceso en materia de derechos humanos y justicia, y casos como este solo refuerzan la percepción de que el país avanza hacia un régimen menos democrático.
Un llamado a la solidaridad
El caso de Font debe ser una llamada de atención para los guatemaltecos y la comunidad internacional. Es fundamental que la sociedad civil, las organizaciones de prensa y los defensores de derechos humanos se pronuncien y exijan un juicio justo y transparente.
Asimismo, es necesario que los medios independientes redoblen esfuerzos para mantenerse firmes en su labor. La persecución no puede convertirse en un obstáculo para la búsqueda de la verdad, sino en un motivo para fortalecer la unidad y la resistencia.
El legado de Font
Juan Luis Font representa una generación de periodistas que han enfrentado múltiples adversidades para ejercer su labor con integridad. Este caso no solo pone a prueba su fortaleza personal, sino también la capacidad del periodismo guatemalteco de defender los valores democráticos frente a la adversidad.
La orden de captura contra Font es un ataque contra uno, pero su impacto afecta a todos. Es hora de que Guatemala decida si quiere ser un país donde la verdad sea perseguida o protegida.
Bajo la Lupa, seguimos observando.
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